Los colombianos dicen que son las elecciones más significativas de las últimas décadas.
El domingo, el tercer país más poblado de América Latina se dirige a las urnas para elegir un nuevo presidente. Está en juego el modelo económico del país, su integridad democrática y el sustento de millones de personas que fueron empujadas a la pobreza en medio de la pandemia.
“Uno siempre tiende a decir que estas son las elecciones más importantes que ha habido”, dijo Elisabeth Ungar, analista política colombiana de larga trayectoria, “pero yo honestamente creo en esta ocasión que estas elecciones van a definir muchas cosas”.
Las encuestas muestran que Gustavo Petro, senador y exintegrante de un grupo rebelde, lleva la delantera frente a dos exalcaldes de derecha, Federico Gutiérrez y Rodolfo Hernández. Si ningún candidato obtiene más del 50 por ciento, el 19 de junio se celebrará una segunda vuelta entre los dos primeros clasificados.
Si Petro gana, se convertirá en el primer presidente de izquierda de Colombia, lo que marcará un hito en un país que ha estado gobernado durante mucho tiempo por una clase dirigente conservadora.
Su ascenso refleja no solo un viraje a la izquierda en toda América Latina, sino un impulso contra los gobiernos de turno que ha cobrado fuerza a medida que la pandemia ha agravado la pobreza y la desigualdad, intensificando la sensación de que las economías de la región están construidas principalmente para servir a la élite.
“Creemos en un verdadero cambio político y social”, dijo Diego Guzmán, de 25 años, un estudiante universitario que describió su voto por Petro como un rechazo a “la clase política dominante”.
Petro ha prometido transformar el sistema económico de Colombia, que según él alimenta la desigualdad, mediante la ampliación de los programas sociales, el cese de la explotación petrolera y el cambio de orientación del país hacia la agricultura y la industria nacionales.
Colombia ha sido durante mucho tiempo el aliado más fuerte de Estados Unidos en la región, y Petro está pidiendo un reajuste de la relación, lo que incluye cambios en el enfoque de la guerra contra las drogas y una reevaluación de un acuerdo comercial bilateral que podría llevar a un choque con Washington.
Gutiérrez, quien cuenta con el apoyo de gran parte de la clase dirigente conservadora, aboga por ajustes modestos del statu quo, como destinar más dinero a los gobiernos locales.
Hernández, quien era relativamente desconocido antes de empezar a subir en las encuestas en los últimos días de la campaña, impulsa una plataforma populista contra la corrupción, pero ha hecho saltar las alarmas con su plan de declarar un estado de emergencia para lograr sus objetivos.
Muchos votantes están hartos de la subida de los precios, el alto desempleo, los bajos salarios, el aumento de los costos de la educación y el incremento de la violencia, y las encuestas muestran que una clara mayoría de los colombianos tiene una opinión desfavorable del actual presidente, Iván Duque, a quien en gran medida se considera parte de la élite conservadora.
Aun así, algunos colombianos dicen que consideran que votar por Petro es un riesgo, pero uno que están dispuestos a asumir. “Me da más miedo que nos sigan gobernando los mismos”, dijo Helena Osorio, de 25 años, una enfermera que gana poco más que el salario mínimo.
No todos están de acuerdo. Juan Sebastián Rey, de 21 años, un organizador político que apoya a Gutiérrez, dijo que consideraba que Petro era un mal líder.
“Yo le tengo mucho miedo a Gustavo Petro y no le tengo miedo por el programa del gobierno o por sus ideas, sino por su carácter”.
La elección se produce en un momento en que las encuestas muestran una creciente desconfianza en las instituciones del país, incluida la Registraduría Nacional, un organismo electoral. La registraduría cometió fallas en el recuento inicial de los votos de las elecciones legislativas en marzo, lo que ha causado la preocupación de que los candidatos perdedores en la votación presidencial declaren que hubo fraude.
El país también está experimentando un aumento de la violencia, lo que socava el proceso democrático. La Misión de Observación Electoral, un grupo local, calificó este periodo preelectoral como el más violento de los últimos 12 años.
Tanto Petro como su compañera de fórmula, Francia Márquez, han recibido amenazas de muerte, lo que condujo a un fortalecimiento de sus medidas de seguridad, incluyendo guardaespaldas con escudos antidisturbios.
A pesar de estos peligros, las elecciones han estimulado a muchos colombianos que durante mucho tiempo creyeron que sus voces no estaban representadas en los niveles más altos del poder, brindando al proceso una sensación de esperanza. Ese sentimiento de optimismo está en parte inspirado por Márquez, quien fue empleada doméstica y activista medioambiental y quien, en caso de que gane su candidatura, sería la primera vicepresidenta negra del país.
Su campaña se ha centrado en la lucha contra la injusticia sistémica, y su lema más popular, “vivir sabroso”, que podría interpretarse algo así como “vivir rico y con dignidad”.
Sofía Villamil y Megan Janetsky colaboraron con reportería desde Bogotá.
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